Una película como un día sin final, bañada de una luz omnipresente, sensual y cálida, como la última caricia de un primer adiós. En una total ausencia de oscuridad en el brillante verano sueco para una historia llena de sombras cegadoras, de pliegues afilados y de recovecos deseando ser descubiertos.El andrógino joven Sebastián, que en su más profunda quinta esencia quiere ser la femenina Ellie, (impresionante debut de Saga Becker que reclama ser conocida de inmediato) y Andreas se aman. Pero en el terreno del género, las arenas son movedizas y el cine nos lo muestra con brillante maestría.Si en Una nueva amiga de Franois Ozon (eterno castigado de los premios de cinematografía franceses, los César: 15 años y 33 nominaciones para sus películas, y si no me fallan las cuentas, ni un solo galardón) la pareja hetero por genética lo era homosexual socialmente, aquí es al revés.Ester Martin Bergsmark, su director/a, ha adaptado con una sutil y cinematográfica inteligencia la novela, You are the roots that sleep beneath my feet and hold the earth in place, de Eli Levén. Mientras Andreas insiste en que su compañero lleve su transformación hasta el punto final, Sebastián duda, se interroga y, sobre todo, no entiende porque hacer tal montaña de esa situación.Sin querer desvelar nada de la riqueza de esta enorme película... hay en ella una curiosa escena. Sebastián se encuentra en la cima de una colina y una mujer le comenta que están sobre una montaña de desechos.¿Referencia a la canción de Joy Division que da título al film, Algo debe romperse: Dos caminos a elegir/ ante el filo de una navaja/ quédate atrás/ o échate adelante? En todo caso parece un eco del monólogo de Perdican en Con el amor no se juega (1834) que, en traducción libre, afirmaba que el mundo no es más que una alcantarilla sin fondo dónde las focas más deformes se arrastran y tuercen sobre montañas de fango; pero hay en él algo sagrado y sublime, la unión de dos seres tan imperfectos y horribles. Nos equivocamos a menudo con el amor, a veces heridos y frecuentemente desgraciados; pero amamos, y cuando estamos al borde de nuestra tumba, mirando hacia atrás, nos decimos: he sufrido a menudo, me he equivocado a veces, pero he amado. ¿Quién puede decir lo contrario?La película deslumbra por doquiera que se exhiba: mejor film en el festival de Rotterdam y Zinegoak, premio Guldbagge a la mejor actriz y en estos momentos, candidata a los premios Maguey de la 30 edición de uno de los mejores festivales de México, el de Guadalajara. Donde, por cierto, se juega la revancha (cariñosamente hablando) entre La isla mínima y Loreak (y sus directores suelen ganar cuando juegan fuera...). Suspense hasta el próximo 15 de marzo.
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